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7 de junio de 2014

¿Soy o no soy?


Ayer en la tarde tuve una reunión  con algunas amigas en el Starbucks: llegué primero y me sentí con mi Chai-latte a esperarlas. Fueron llegando con  sendas bebidas y poco después de los saludos, empezaron a sonar los teléfonos, al terminar las llamadas y entre inicios de conversaciones o alguna extraña pregunta como ¿Cómo están tus hijos? Empezaron a sonar los mensajes y empezó el ruidito ¡tic, tic, tictictic,tic,  tic, tic…. ¡! Así hasta el infinito. Toda  la tarde se rieron con sus teléfonos, los miraron de todas las formas imaginables: enojadas, tiernas, furiosas, coquetas, asustadas…  etc. Cada vez que intentaba iniciar una conversación, alguien, tal vez, levantaba la vista  con una mirada extraña, movía sus ojos de un lado a otro sin detenerlos  siquiera en mí, hasta que en determinado momento misterioso, se despidieron y se fueron. Mientras me sostenía de la solapa de mi blusa,  me subí al coche con todo y mi cara de ¿¡Cómo!?

Hace un rato veía la televisión con mi hijo,  antes eran los momentos de animadas conversaciones que sin darme cuenta   se han esfumado, lo único que oigo de vez en cuando, mientras trato de interesarme por lo que pasa en "la pantalla plana de alta definición",  además del ¡tictic, tic tic, tictictic… ¡ son carcajada tras carcajada. Si acaso pregunto por qué es la risa o cuál es el chiste, seguramente me encontraré con un “de nada” como respuesta.  Y de nuevo debido a algún código misterioso que desconozco, ya que no coincide con el fin del programa que estoy mirando, surge el “hasta mañana ma” y de nuevo aparece mi cara de ¡¡¿Cómo?!!

Estoy parada, a la once de la noche,  frente al espejo preguntándome… porque ya no estoy segura al respecto ¿Soy o no soy?  Y esto no es un cuestionamiento checspiriano, ¡no señor! vaya siendo que deje de existir y no me he enterado… ¡a lo mejor  las  notificación llegan  por mensajito!


28 de enero de 2014

Y hoy...de nuevo huérfana

El juego en que andamos
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos, 
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría 
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría 
este amor con que odio, 
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores, 
que me juego la muerte.


Juan Gelman 



Y hoy... de nuevo  huérfana de dos de mis amores: Juan Gelman y José Emilio Pacheco.

No entiendo por que diablos mueren los poetas. Me  indignan los dioses que no entienden que sólo en poemas podemos escucharlos. No se que pretenden los idiotas cuando terminan con su voz, si solo en ella se escucha el infinito, si sólo en ella se expresa la creación.


¡Que estúpido designio privarnos de lo eterno! ¡Que mezquina razón dejarnos sin la risa y  el llanto del amor!

¡Que queden pues los dioses mudos! ¡Queden perdidos en sus reinos y alejados de toda humanidad! ¡Queden desterrados de la tierra, de la risa, de la vida y del amor! Y
¡Vivan eternamente en el olvido recreando en un continuo su orfandad!

Presencia
¿Que va a quedar de mi cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?
¿Qué va a quedar de mi cuando me hiera
esa daga final?
Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera
No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar.
El tiempo abierto
semejante a los mares y el desierto
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto 

José Emilio Pacheco